Estoy segura que la mayoría de nosotros, desde la infancia soñamos con el que sería nuestro trabajo ideal, desde los más comunes hasta los más inhóspitos pasaban por nuestras cabezas y gastábamos el tiempo jugando e imaginando lo maravillosa que sería la vida en ellos.
Una vida de adulto plena y feliz como la que aparentaban todos alrededor, sin problemas y con todas las libertades que éstos nos traerían, sin embargo, conforme fuimos creciendo, nos dimos cuenta de todo lo que hay detrás de la verdadera vida laboral y la verdad, no parecía tan ideal.
Para adaptarse a la situación actual del mundo y dar muchas más facilidades a la fuerza trabajadora de la sociedad mexicana, el pasado 11 de enero, se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las modificaciones a la Ley Federal de Trabajo en materia de Teletrabajo, lo que, al parecer, muchos de los que tenemos la fortuna de laborar desde casa en estos tiempos estábamos esperando, sin embargo, a pesar de que las reacciones generales fueron favorables pues estas benefician a los trabajadores mayormente, existieron también reacciones contrarias de personas que, justamente con ésto, se dieron cuenta que han estado laborando casi un año de forma injusta.
El alivio y la esperanza de todos los que dependemos de ello eran obvias, pues como se informa en el documento, algunas de las ventajas son el pago proporcional de los servicios utilizados por los trabajadores como electricidad o internet entre los más comunes, pero, al terminar de procesar esta información y ver las contrariedades y diversidad de opiniones de la gente, llegaron a mi cabeza temas no muy agradables.
Puestos con malos pagos, tareas infravaloradas, salarios básicos con labores extraordinarias, horas extra no pagadas, firmas de contrato sin copias, condiciones disfrazadas de reglas que los trabajadores se ven orillados a aceptar para no perder sus puestos y demás elementos malamente comunes, ensucian de diversas formas el entorno laboral y para muchas personas en la “Nueva Normalidad” parece que no han desaparecido, pues, por ahora, la única ventaja que parecieran tener, según las palabras de uno de los entrevistados es “no pagar pasajes”.
Saber de empresas que han gastado una buena parte de sus recursos, ahora en escases, en desarrollar sistemas para monitorear al personal y mantener la productividad, mientras se niegan tajantemente a pagar el proporcional de servicios utilizados, hace que la carga de trabajo excesiva que han recibido, ahora sea aún más desproporcionada.
Conocer el testimonio de personas que han sido obligadas a trabajar aún después de su horario pues “Están en sus casas, no les cuesta nada” notas periodísticas en las que informan prácticas abusivas por parte de empresas que vigilan a sus equipos mediante geolocalización, grabación de video en vivo, aplicaciones y demás artilugios que los hagan “asegurarse” que no están perdiendo el tiempo o “cobrando sin hacer nada”.
Basándome únicamente en la percepción de todos los entrevistados, ninguno cree que sus centros laborales obedezcan estas normas, pues, “no se les ve siquiera la intención de intentarlo”, lo cual, por supuesto, nos coloca en un sitio muy desesperanzador, pues muchos de ellos se sienten percibidos por los que deberían ser sus “líderes” como sólo un medio que les provee ganancias y si bien, objetivamente en cierto, considero que este pensar nos resta motivación en las labores y cuando un trabajador no se siente bien, es muy probable que las cosas salgan mal.
México ha padecido durante años una crisis laboral que hoy se ve intensificada por las condiciones severas y problemáticas del mundo, poniendo en peligro la estabilidad y los pocos privilegios que muchos trabajadores gozaban.
Las carreras, experiencias y proyectos de una buena parte de la fuerza laboral en nuestro país se han visto estancadas, haciendo que cada vez sea más difícil percibirnos en nuestro “trabajo ideal” con una realidad como la actual.
Fuentes: https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5609683&fecha=11/01/2021
Samantha R. Carbajal
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Es triste, una amiga me platicó que sus jefes les mandan videollamadas sin previo aviso y están sometidos a un estrés peor que en la oficina.
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Excelente columna. Refleja el sentir de los que trabajan en casa, muchos de ellos sufren un estrés inimaginable al sufrir acoso y hostigamiento de parte de sus supervisores o jefes. Espero que el gobierno haga un muestreo para asegurar que la reforma se cumpla y las empresas ejecuten cabalmente.
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