Mas… turbaciones Mentales. Serie semanal.

Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
«Siempre es otro el que consume pornografía». Quizá, dentro de muchas de nuestras infamias y deseos culposos, la pornografía ocupe un sitio privilegiado; claro, la mayoría de nosotros siempre negaremos que vemos o hemos visto pornografía, ésta es algo así como de esos temas que no se tocan. Pero sí podemos hablar de la prostitución y el sexo, aunque, como dice Emili Olcina en No cruces las piernas: <<la pornografía es un tratado sobre la prostitución>>, lo curioso es que precisamente no todo lo que muestra sea imágenes de prostitución. La pornografía es una «perversión óptica», dice Román Gubern, por algo puede que no deba concebirse como un tratado de la prostitución, a pesar de que los criterios con los que comúnmente se le valora, así lo parezcan. Creo que más bien, entrando en polémica, constituye un «tratado sobre el sometimiento y las potencialidades de la sexualidad femenina», que, como señala Camille Paglia: incita a revisar nuestros códigos sexuales, sociales, morales, políticos… La pornografía contemporánea no nos enseña nada que no hayan anunciado Sade o Sacher Masoch, vaya, nada que no se hacía en los Aquelarres.
Hace unos años, cuando comenzaba la «euforia» por la red, un compañero de trabajo, con varios tragos encima, se acercó a mi cubículo, cotorreándome sobre si estaba viendo pornografía, lo único que le dije es que consideraba eso como algo que ha de hacerse en soledad, y no negaba que fuera algo que no me atrajera. Vaya, no entiendo por qué uno tendría que negar que le gusta, pues gustar de la pornografía no es lo mismo que consumirla, uno pretende siempre ser sí mismo, no el otro que la consume. Si acaso podríamos hablar de Ron Jeremy, Rocco Sifredi, Silvia Saint, Max Hardcore, Torbe; o sobre el cuento de Roberto Bolaño que trata sobre una pornostar, basado en la vida de John Holmes, eso ¿lo convierte a uno en pornógrafo, y por tanto, eso atenta contra nuestra reputación? Jejeje, todo depende precisamente de cómo perciba y trate uno los temas. La pornografía, es cierto, puede que sea un tema incómodo, pero precisamente como la mayoría de dichos temas, contiene cierto grado atrayente y extraordinario. Es un hombre que gusta del sexo el que habla, por lo que la pornografía no le es indiferente, a pesar de que ésta pueda, quizá, en la mayoría de las veces, agotar el deseo.
PD Debo decir que no leeré el libro de Sasha Grey, pues considero que, lo más seguro es que literariamente no tendría mucho que aportar, y lo que diga no es nada que no se haya dicho con imágenes.