Mas…Turbaciones Mentales. Serie Semanal.

Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
En la “terminología foucaultiana”, la subjetivación constituye un proceso mediante el cual los individuos se van constituyendo. Así, una de las dimensiones de tal categoría, tiene que ver con cómo los sujetos van objetivándose con relación a ciertas prácticas que implican “niveles discursivos”, y a su vez, cómo van relacionándose consigo mismos a partir de dichas prácticas. En este sentido es que quisiera acuñar unas cuantas palabras con respecto a cómo tendemos a insertar en nuestro día a día diversas prácticas, sobre todo discursivas, que van constituyendo nuestra subjetividad.
Creo que muchos hemos vivido la experiencia, a pesar de no haber puesto mucha atención, de cómo una persona se va subjetivando a partir de “adherirse a un grupo humano”, el cual puede ser un grupo de autoayuda, religioso, académico, de trabajo, familiar, etc., etc., donde dicha subjetivación se ve reflejada en las características discursivas que va adquiriendo dicha persona, y a su vez, las características de sus acciones. “Somos palabra”, no puede haber algo más evidente, y las palabras que usamos, a la vez del tipo de léxico que vamos configurando, forman parte de nuestros procesos de subjetivación, pues a partir del tipo de discurso que configuramos, nuestras percepciones, concepciones, acciones, prejuicios, etc., adquieren un carácter propio. Conozco a familiares y amigos que a partir de entrar a formar parte de un grupo humano, han ido adquiriendo una forma característica de hablar, de expresarse, y no sólo con palabras, de manera que la “nueva” forma de discurso que configuran, determina sus acciones; hasta parecería que sus palabras van “encarnándose” en sus acciones, en su manera de concebir el mundo. Todos hemos tenido contacto con algún homo religiosus, con algún homo veganus, con algún homo academicus…, con cualquier homo vulgaris jejeje, y resulta que poseen una manera muy característica de expresión; a su vez, si hemos tenido la oportunidad de conocer a dichas personas, antes de haberse “convertido”, podremos identificar cómo ciertas palabras, ciertas oraciones incluso, que antes no formaban parte de su discurso, ahora son como “el pan de cada día”, lo cual incide directamente en cómo van subjetivándose, en cómo se van “sujetando” a prácticas discursivas, las cuales fundamentan sus acciones.
En fin, lo dejo aquí, no sin antes señalar que precisamente, dado que nuestros procesos de subjetivación nos definen, habría que poner atención en cómo configuramos nuestro discurso, ya que las palabras, sean muchas o pocas, poseen cierta textura, cierta trascendencia, etc., y son lo que mejor nos define. Nuestro discurso nos sujeta a una forma específica de concebir el mundo, de concebir la realidad.