¿Ojalá?

Por Omar Velázquez López Maestro en Ciencias Twitter: @OmarVLo
Por Omar Velázquez López
Maestro en Ciencias
Twitter: @OmarVLo

Ha llegado el tiempo de elecciones en mi escuela y me corresponde cederle mi función como representante de alumnos a otro compañero. Más que nostalgia, por el momento creo que lo que más me envuelve es un sentido de responsabilidad porque mi comunidad encuentre alguien interesado de forma genuina en su bienestar.

Bajo este contexto y navegando por las redes sociales, hallé el pensamiento de un mexicano que personalmente admiro mucho, no sólo por sus aportes al arte mexicano moderno, sino también por su gran corazón cuando se trata de ayudar a causas nobles y justas, Guillermo del Toro. Al leerlo, una parte de mí honestamente se alegró porque supo que esas palabras soplarían aliento en el corazón de jóvenes sin esperanza, al expresar que aún nos queda “un chingo de tiempo”. Sin embargo, otra parte de mí se inquietó al contemplar en mi cabeza un cuadro en el que mi generación rehúye de su llamado y lo posterga hasta que un día muere.

Pero no quisiera que me leas como un alma afanada sin que antes me concedas explicarte porque el pensamiento de Guillermo se contrapone a otro, que de forma similar se cruzó por mi camino hace poco más de un año. Sucedió mientras leía El nacimiento de las instituciones de Enrique Krauze, su breve pero profunda reflexión abrió mis ojos: “Ojalá los jóvenes de hoy sepan que la vida pasa pronto. Ojalá quieran componer el mundo”. Y a su vez, dentro del mismo contexto, Krauze citó las palabras de un Gómez Morin de tan solo 29 años dirigiéndose a un amigo por medio de un escrito: “Nos hacemos viejos, Miguel, y no componemos el mundo”.

No tiene ni un mes que cumplí exactamente la misma edad que él y francamente nunca esperé identificarme tanto con su aflicción. Pero es que estos últimos años de voluntariado me han ayudado a descubrir mi identidad y destino. Desde entonces, los meses me parecen horas y los días, minutos. Tal parece que cuando te vuelves consciente de tu destino, dejas de sentirte joven. Y creo que era exactamente lo que Gómez Morin sentía cuando le escribía a su compañero. No obstante, su aflicción dio fruto, tanto que lo condujo a convertirse en precursor y fundador de la principal oposición política en México durante su época y, por ende, elemento clave de la democracia.

Aunque, por otra parte, también es necesario reconocer que lamentablemente, los jóvenes solemos hacer de menos las labores voluntarias, probablemente porque nos afanamos más por lo material y lo que nos conviene. Pero la realidad es que el voluntariado saca lo mejor de la gente. No conozco otra herramienta tan eficiente para medirnos en situaciones difíciles y descubrir de que estamos hechos. Porque si todo lo hiciéramos por una recompensa monetaria o un beneficio, ¿no estaríamos poniéndonos un precio?

Curiosamente en estos mismos días, Silvio Rodríguez reveló la primera versión de su enigmático éxito, Ojalá, compuesta en 1969 y publicada hasta 1978. Y platicando con alguien confirmé que no era el único que se había creído la anécdota de que se la dedicaba a Castro. Pero para nuestra sorpresa, Silvio confesó que la dedicó a una exnovia de su juventud.

¿Mas esto que tiene que ver con todo lo que he dicho antes? Pues que gracias a ello el pensamiento de Krauze me vino a la memoria, “Ojalá…”, de origen árabe y cuyo significado es “si Dios quiere”. Y aunque profeso una fe cristiana, también me considero fiel a la iniciativa porque creo que sin ella simplemente no hay cambios. Por lo que, así como confío en que mis compañeros de posgrado recurrirán a ella para postularse y relevarme, también confío en que ella y tu voluntad te llevarán a tu destino.

¿Ojalá? No, adelante.

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